El Valor de las Cosas y la Paradoja del Consentimiento: Reflexiones desde Locke y Marx sobre la Utilidad y la Desigualdad
Curiosamente los dos postulados en los que concuerden
han quedado dilapidados y en un estado de ineficacia, debido a que los hombres
en consentimiento mutuo han consentido darle una utilidad desproporcional a las
cosas, acordando: “Que una pequeña pieza de metal amarillo inoxidable e incorruptible,
tuviese el mismo valor que un gran trozo de carne o todo un montón de grano”.
Sin tener en cuenta que el oro y la plata son de poca utilidad en la vida del
hombre, a comparación del alimento, vestido y los medios de transporte. Desmeritando
la situación del Segundo tratado del gobierno civil en la cual se propone: “una
isla separada de todo posible comercio con el resto del mundo, en la que sólo
habitaran cien familias y en las que hubiese ovejas, caballos y vacas, además
de otros animales útiles, abundancia de frutos, y tierra y grano suficientes
para abastecer a cien mil familias más; y que supone, dicha isla, con productos
que no pudiesen ser utilizados, como
dinero”. Induciendo, la poca utilidad que tiene el dinero y el absurdo
consentimiento de los hombres de darle valor; ya que además de crear una
valoración errónea de la utilidad de las cosas, le da un medio a la sociedad
para la apropiación excesiva.
Por esto se dice: “Que los hombres han acordado que
la posesión de la tierra sea desproporcionada y desigual. Pues, mediante tácito
y voluntario consentimiento, han descubierto el modo en que un hombre puede
poseer más tierra de la que es capaz de usar, recibiendo oro y plata a cambio
de la tierra”. Debido a que la apropiación de bienes por medio del trabajo,
garantizaba la oportunidad que todas las personas pudieran acceder a la
propiedad, por el hecho que ningún trabajo es capaz de apropiárselo todo; a
diferencia del dinero, que permite la acumulación excesiva, que posteriormente
desencadeno en la desigualdad social.
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