La JEP tiene varias
potencialidades que la configuran como un instrumento eficiente para responder
a las necesidades del país, reflejadas en i) la existencia de una comisión de
la verdad ii) ser una justicia gestada deliberativamente iii) tener la función
de cumplir con un deber moral de sociedad. Sin embargo, también cuenta con dos
limitaciones muy peligrosas, las cuales derivan del desamparo gubernamental y
su tiempo de caducidad.
En primer lugar, para la JEP es una ventaja inminente la existencia de una comisión de la verdad, ya que puede ser un mecanismo importante no sólo para esclarecer los hechos violentos, sino para ayudar a la sociedad a reconocer el pasado de sufrimiento que nos une y de las responsabilidades que compartimos, ayudándonos a apropiarnos de nuestro pasado mediante la consolidación de una “memoria nacional” , que contribuya a la obligación particular de recordar nuestra historia de injusticia y sufrimiento; la enmendación y reparación de nuestras víctimas; y el compromiso de no repetición de los hechos.
En segundo lugar, la justicia transicional en Colombia, representada por la JEP, tiene el potencial de fortalecer el deber moral de la sociedad de buscar justicia por los daños sufridos por las víctimas. Esto se logra a través de la reparación y restitución efectiva de derechos, así como la impartición de justicia por los crímenes cometidos. En este sentido, la JEP no debe limitarse a buscar el perdón y el olvido, ni obligar a las víctimas a reprimir su sufrimiento. Tampoco debe recurrir a amnistías generales que pongan en riesgo la estabilidad política. En cambio, debe adoptar una perspectiva que refleje el papel de una sociedad que ha tratado injusta e inhumanamente a sus ciudadanos, y que tiene el deber moral de hacerles justicia
En tercer lugar, aunque la justicia transicional ha tenido rasgos de ser una justicia de vencedores sobre vencidos, reflejado en los juicios penales a los nazis impuestos por los aliados posterior a la segunda guerra mundial, donde a pesar que los aliados también cometieron atrocidades, en su papel de vencedores buscaron a toda costa la impunidad. No obstante, la justicia transicional colombiana no tiene esta característica, ya que no fue gestada unilateralmente, sino su desarrollo se da en medio de la deliberación de los actores involucrados en el conflicto. Lo que a gusto personal le da una virtud: que es una mayor capacidad de responder debidamente a los deberes sociales, jurídicos y políticos requeridos por la sociedad.
En cuanto a las limitaciones, la principal amenaza de la JEP se encarna en el gobierno actual. El cual se presenta como una amenaza para el desarrollo de los fines de la JEP, no solo por su falta de protección a uno de los proyectos más importantes en la historia del país, sino por sus constantes intentos de boicoteo por medio de calumnias y acusaciones indebidas con el fin de quitarle credibilidad al acuerdo de paz.
Otra de las
limitaciones que tiene la JEP es su temporalidad, debido a que para ser un
órgano que tiene la función de esclarecer, reparar y juzgar hechos de un
conflicto de alrededor de 50 años, necesitaría de una mayor vigencia, para cumplir
con los requerimientos necesarios del país. Esto es una desventaja con respecto
a la jurisdicción ordinaria, la cual al no tener tiempo de caducidad, puede resolver
con un poco más de calma sus procesos judiciales.
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